viernes, marzo 30, 2007

Hic et Iam

Suelen caerme bien quienes sentencian con seguridad y firmeza un punto de vista. Aunque todos sepamos que es mentira, o mejor dicho, y para no caer en "rotundaciones", que toda subjetivización de algún aspecto de la realidad es simplemente eso, una subjetivización, una opinión que se puede proferir respecto a tal o cuál rasgo de un mundo derrotado por la teoría de la relatividad. Y aunque es mucho más fácil refugiarse en la no-existencia de los valores, en la creencia de que Bien y Mal existen en cada uno (bew) y en el principio "socialmente irrefutable" del respeto a las opiniónes ajenas, a pesar de todo eso sigo prefiriendo a aquellos que se definen férreamente bajo una hipótesis (personal, las colectivizaciones de las ideas me son nefastas) y que, como condición básica, sepan argumentarla coherentemente, para así poder entrar en discusión (acción humana que debiera ser considerada deporte olímpico).

Los que me conocen saben que estoy hablando tonteras, porque si me conocieran bien, sabrían que suelo no hablar mucho, menos aún discutir, tengo ideas y opiniones inusuales y contradictorias, que no creo en casi nada, menos aún en la consecuencia entre discurso y acción, que no me tomo casi nada en serio y que soy lo más absurdo y relativo que existe. Sin embargo, si han llegado hasta acá es porque intuyen que algo más hay en el texto, aunque sea mentira, pero quieren saber como va a terminar. Hace harto tiempo que queria escribir algo digno de ser subido al blog, algo digno de ser leído por la poca y nula gente que sabe leer. No lo conseguí. El culpable puede ser cualquiera, la falta de inspiración, la incapacidad de ordenar lo que quería decir, o la falta de una emoción fuerte, entre otras.

Aún así había algo que quería decir, no sé muy bien qué o a quién, y menos aún por qué. De pronto el lenguaje y sus abstracciones artísticas se me hicieron insuficientes, al menos no sin caer en los típicos lugares comunes y los recursos ya usados. Y lo que pasa es lo siguiente, sin filtros ni alegorías: que todo me es insuficiente, que la vida es ridícula, que no sé qué hacer para "hacer algo", que me asumo minoría y que no me basta la comodidad, ajena o propia. Me aburro, a pesar de estar convencido de que la situación, ajena o propia, presente o futura, no debiera ser para nada inactiva o libre de confrontaciones. y he ahí el factor agravante: el futuro... qué hacer para, por y con él.

Quizás este tipo de sentimientos o este tipo de disposiciones le sirvan de algo a los que discuten, a los que nombré más arriba. Los nombré porque me caen bien, porque no están felices, porque son violentos y se toman la vida en serio, quizás demasiado para mi gusto.