martes, septiembre 26, 2006

Anónimo

(Para tí..)
Vuelvo destrozado de la última puerta
consciente de haber disparado una bala,
dos, tres, cuatro,
y en el aire quedan impresos,
los días, los meses
en el fondo de un techo herido.
Falto de sentido, doloroso,
repto, condenado, por el suelo,
sin nombre ni apellido,
me pudro en el reflejo de hoy
en el reflejo de ayer, la risa.
El hueso roto, las pupilas secas
el aire frío, la música, las caras largas,
todo en flashback repitiéndose el plato de fondo,
y yo sentado, en un rincón de la mesa
arrepentido, miro al suelo, pidiendo a gritos morir de hambre.

martes, septiembre 19, 2006

Fractura

en slow-motion la culpa rompe los espejos
y la sangre derrama su madrugada
como si ayer pudiera bautizarme
o bien, hervir en aceite, mi boca lengua y pieles.

hablo con murallas, sonrío en el alambrado, muerdo una rosa, nervioso, hipertenso
debajo de la niebla la calle termina en una puerta,
sobria, elegante, y sobre todo, afilada.

sin médula ni gravedades
me hundo en el vértice
donde cruzan, ciegos,
los nombres de un mismo fin, de un sólo error.

martes, septiembre 05, 2006

Péndulo

me sobran motivos para tambalearme
sobre el cordón de neurotransmisiones,
desde donde me anudan un brazo a promesas de sobrevivencia,
me enseñan a decir que sí,
y por debajo me parten el alma
mostrando mis sospechas nacer en carne,
en los cines, la vida tal cuál.

y entonces yo suelto, entre balas de pena terminal,
un no sin pantalones.

viernes, septiembre 01, 2006

En respuesta y Sin mayúsculas

A modo de ofensa dejé caer mi lengua agobiada. Desde el fondo de la nada boto el último suspiro de identidad: en cada burbuja, lo que fue, la bienaventuranza, la herejía, la palabra del señor, el pecado recurrente, el momento de silencio, de amargura, de euforia, de placer cósmico, de paz.
Ahora, sin más ni menos, a puño limpio, el desafío. Ya consciente que dejé de ser alguien, sabiendo aún que el intento nunca se carnalizó, tengo la desfachatez de matar al tiempo. A continuación, las imágenes que me acarician el ego al momento de perder la cordura.
Una taza de café amargo y una mirada de cicuta. Un desayuno en desaliento.
Una vida de placebos morales.
Una camada de inútiles. Unos ellos y unos nosotros.
Un desvío en bellezas subterráneas.
Y un deber desconocido, las divinidades muertas, un talento esquivo, un consuelo aleatorio.
El orden de las cosas y las cosas en desorden, mis cien nombres en el cartón de fusilamiento, mis otros apellidos en el foso del anonimato, y mis pies encadenados a tierra, sin honor alguno.