viernes, mayo 23, 2008

La paradoja del título, a saber: traducir constituye siempre una imprudencia. Cuando uno camina, da un paso y nada más. Uno solo. Este movimiento es imprescindible. Así es como uno se aleja, o gira, o vuelve para luego volver a partir. On parle, on apparaît. Quizás todos poseamos un borde más allá del cual no hemos dado nunca paso alguno, y de esto precisamente no tenemos idea. Si de verdad fuese tanta la urgencia de marcar los contornos para que se vean, de clavar el suelo a la tierra, de llenar las botellas con agua, sería inexplicable el fenómeno por el que nos escondemos de nuestra propia puerta de salida. Como cuando alguien se detiene y se lleva la mano a la cara para preguntarle una pregunta, sin poder hacer nada más que balbucear; en este caso concreto, la mano va a parar a la cara y no al pecho, pues llevarse la mano al pecho es como entonar un himno cualquiera que de todas formas resulta ajeno.

miércoles, mayo 14, 2008

Pasamos del pasado al presente y del presente al futuro a través de puertas muy pequeñas, muy estrechas, todas muchas y muy iguales. Siempre con un peligro como de desierto sobre la cabeza, caluroso en extremo, con aves que giran en el aire. Hay algo o alguien que constantemente nos mira, evaluando cada cuadro, y siempre en silencio: como si callara justamente aquello que buscamos escuchar cuando nos asalta el pánico de ser siempre iguales.

viernes, mayo 02, 2008

Dentro de una habitación tapizada en miradas, con esta imagen de un ojo inmaterial que se multiplica y rodea, se llega inevitablemente al punto de la no-definición, la proclamación de esa "nada cíclica", lo inconmensurable. Se capta al individuo sorpresivamente en un espacio dilatado, ridículo, oscilando entre el sí y el no: la locura se vislumbra, de lejos.

Uno se asusta pero en realidad lo que menos hay son sensaciones delineadas.