jueves, agosto 30, 2012

LOS PASTOS DE UNA NACIÓN ESTÁN TAN SECOS QUE LAS LLAMAS YA NO PIDEN NI PERMISO

Se dieron cuenta, ellos tanto como ellas, de que en sus mesas no era sólo licor lo que caía de los vasos ladeados.
Se dimensionó el grosor de las paredes que separan una casa de otra, llegados a cierto punto del asunto.
Dejaron de importar el fracaso individual y otras mariconadas. La poesía y sus adornos, hasta luego.
Manos a la obra, chiquillos, parece que la historia se nos dió vuelta. Traigan lo que sea, pero salgan de esa teoría oscura y delicada.
Aquí nadie se preocupa mucho de la ligereza ni de la tranquilidad. "Poco nos importa que haya paz", dijo uno.
Pero lo difícil fue, y ha sido siempre, pasar de una pared a otra. Ahora mismo, por ejemplo, sucede que algunos duermen.
Todo esto, hasta la fecha. Tomo nota.
Grande es el espacio en el que hacen lo suyo, los que duermen y los que están en otra. Pero están solos.