martes, febrero 03, 2009

Las ventanas de esta casa son demasiadas, muy translúcidas, muchas en número. Nos superan. Desde que aparecieron ya no vivimos tranquilos, todo se ha vuelto una batalla a muerte. Nuestros almuerzos son como una gran sospecha orquestada. Siempre hay peligro desde que las ventanas llegaron. Desde afuera nos pueden mirar a toda hora, todo el día, al pasar del baño a nuestros cuartos, por las escaleras. Nos observan sin piedad, sin ningún respeto. ¿Cómo vamos a hacer para decirles que no queremos más de sus miradas ni de sus juicios? ¿Cómo podemos pedir auxilio desde aquí? ¿Moviendo las cortinas, acaso? ¿Gesticulando?

Supongo que ya se dieron cuenta. Somos pésimos actores. No sabemos vivir sin falsear nuestra vida. Hacemos como que miramos la televisión, inventamos un par de diálogos y hasta nos gritamos de vez en cuando. Cocinamos y comemos lo cocinado. Es terrible, somos demasiado evidentes. Por ningún motivo abramos las ventanas; sin darnos cuenta pueden llegar visitas inoportunas. La más leve brisa, una llamada telefónica, las luces del pueblo o de la luna, la lluvia: en este punto cualquiera puede acabar con nosotros. Somos el enemigo invisible del mundo.

5 comentarios:

Andres Anderes dijo...

alguna vez la gente comió escondida y cagó junta. ahora nuestro pudor se ha invertido.
Saludos.

Atisbos dijo...

Tengo ganas de tomar cerveza y bailar en pelota arriba de una mesa, pero estas ganas sólo me ocurren algunos días, después de leer alguna frase buena en un texto por ejemplo.

Anónimo dijo...

si ya nos dimos cuenta

Anónimo dijo...

Es por eso que siempre al lado tuto habra un hipócrita.
Nunca sabrás si alguien es de alma limpia.

María dijo...

y nosotros el mundo eso es lo de el hombre es un lobo para sí mismo?