martes, noviembre 10, 2009

Hoy creo que uno debe arriesgarse a mentir, dejarse llevar por lo que no se quiere decir, armar respuestas en el aire, apuntar con el dedo a donde sea. Gran parte del tiempo se miente, en todos lados. En ese sentido, no hay muchas garantías de que no será tal el caso, en una tal situación determinada. ¿Habrá que quejarse con alguien? Y si es así, ¿de dónde sacar retribuciones? Una cosa es distinguir entre lo ficticio y lo falso, escribir sobre ello y hacerlo descansar sobre ideas que tiendan al menor daño posible; otra cosa muy distinta es llegar a tal punto en la intuición directa de la ética del mundo, captar de manera tan cruda y sincera la simpleza que mueve a las cosas, que uno ya sólo tenga que decidir sobre dónde, cuándo y a quién partir pidiéndole perdón. El "cómo" cae de suyo: se ha de desenvolver por sí solo.

A los que vean debilidad o fortaleza en las acciones, habrá que repetirles el proceso entero de la generación natural. En algún momento todo tuvo el mismo color. Las palabras se inventaron hace poco, y con ellas vinieron las mentiras. Una vez que esto se sabe, ya no hay motivos para seguir buscando honor entre los pares.
Somos todos demasiado inocentes.

1 comentario:

Dailhar dijo...

La jardinería da la extensión corpórea de acuerdo a la verdad, más solo la apariencia de la utilización y empleo para otros fines que no sean el juego de la imaginación en la contemplación de sus formas.

Kant: "Que se pueda considerar a la jardinería de placer (Lustgärtnerei) como una especie de arte pictórico, si bien ella presenta corpóreamente sus formas, parece extraño; mas, puesto que toma sus formas efectivamente de la naturaleza (los árboles, arbustos, pastos y flores del bosque y del campo, al menos en un principio), y en ese sentido no es arte, como, por ejemplo, la plástica (bildende Künste), y tampoco tiene, como condición de su composición, ningún concepto del objeto y de su fin (como por ejemplo, el arte arquitectónico), sino simplemente el libre juego de la imaginación en la contemplación, en esa medida coincide ella con la pintura puramente estética, que no tiene un tema determinado (combinando entretenidamente aire, tierra y agua mediante luz y sombra). Juzgue el lector esto, en general, sólo como un intento de vincular las bellas artes bajo un principio, que esta vez debe ser en el principio de la expresión de ideas estéticas (por analogía con el lenguaje), y no lo considere como derivación a partir de aquél, que se tenga por decidida."

Si bien habría que considerar a la jardinería como una forma de pintar con la naturaleza, una manera de (re)ubicar estéticamente el mundo, puesto que ella no es otra cosa que el "ornato del suelo" con la misma diversidad (que Kant reconoce explícitamente como "pastos, flores, arbustos y árboles, y aún aguas, colinas y valles"), sólo que "compuestas de otra suerte" y "en conformidad con ciertas ideas", queda por preguntar qué queda del arte pictórico de la "bella descripción" y si acaso no se reduce todo en última instancia a la "bella combinación", puesto que a la pintura, "en sentido amplio", también le atañe la decoración de recámaras, las molduras, los bellos amoblados, el arte de vestirse, y sobre todo -he aquí lo sospechoso- "un piso con toda clase de flores, una pieza con ornamentos de todo tipo (comprendido allí también el atavío de las damas)" que configuran así, en una fiesta fastuosa, "una especie de pintura".