lunes, marzo 24, 2008

Hoy me gustaría referirme a la sinapsis, de una manera simple y breve. Las imágenes que se cruzan entre los pilares, en esos interminables bloques de cemento que sostienen, con los brazos bien estirados, mirando hacia arriba, el cuadro de los discursos. Realmente lo adoran, y yo supongo, aunque no estoy muy seguro, que debe haber más de un sentido del humor en esta suerte de posicionamiento espacial, en este afán de congelar constantemente las desviaciones del uso. No pueden estar hablando en serio. Efectivamente, siempre existe la posibilidad, más cercana que remota, de un odio sustancial, primitivo, sin tripas, sin manos, sin cuerpo. Sólo con un par de palabras espontáneas. Una repulsión de carácter magnético, inerte, contra todo lo que se mueva o se solidifique. Este odio, entonces, no necesita gritarle a nadie, no necesita hervir demasiado para manifestarse, no necesita darle motivos a nadie más que a esta sinapsis desventurada, que inocentemente trata de comprender lo que sucede.

3 comentarios:

PL dijo...

¿Inocente no será presumir de las bondades del humor en oposición a la maldad, al odio injustificado (irracional a más no haber) pero que parece a veces tan natural como el mismo sinsentido que no justifica tampoco a la inocencia ni a los buenos humores?

Anónimo dijo...

iluciones y fantasias nacidas de tus sentimientos son las que se materializan en el mundo real
¿ contra que peleas? ¿ tus propios miedos? ¿ o tus inseguridades?
meditalo...








ayyyyyy la wea suena como horoscopo dominicano ajajjjajja



te quiero maximiliano

Dailhar dijo...

Dieta.

De algún modo te tendría que agradecer esa consideración, sin estar seguro de cómo hacerlo. Pero yo me pregunto CÓMO se enfrenta "Dios" a ese nombre, es decir, cómo puede distinguirse un nombre en particular, un nombre que remite al otro, el nombre del otro, de Dios mismo.