viernes, mayo 23, 2008

La paradoja del título, a saber: traducir constituye siempre una imprudencia. Cuando uno camina, da un paso y nada más. Uno solo. Este movimiento es imprescindible. Así es como uno se aleja, o gira, o vuelve para luego volver a partir. On parle, on apparaît. Quizás todos poseamos un borde más allá del cual no hemos dado nunca paso alguno, y de esto precisamente no tenemos idea. Si de verdad fuese tanta la urgencia de marcar los contornos para que se vean, de clavar el suelo a la tierra, de llenar las botellas con agua, sería inexplicable el fenómeno por el que nos escondemos de nuestra propia puerta de salida. Como cuando alguien se detiene y se lleva la mano a la cara para preguntarle una pregunta, sin poder hacer nada más que balbucear; en este caso concreto, la mano va a parar a la cara y no al pecho, pues llevarse la mano al pecho es como entonar un himno cualquiera que de todas formas resulta ajeno.

3 comentarios:

nomelaverborrees dijo...

aveces, cualquier wea que salga de la boca, parece ajena

Sunyata dijo...

Secarle las lágrimas con mis manos: genocidio perpetuo

javiera dijo...

no sirvo para actualizar el blog


no se me ocurre

que palabras bonitas ponerles

ay mi diossssssssssssss