viernes, junio 23, 2006

Decadencia, armonía

Todo en orden, las interminables hileras de porqués y hastacuandos parecen acortarse desde este rincón de la mesa gris.
No pienso repensar el o los pensamientos de cuestiones impensables para el que no sabe pensar, ni doblepensar lo que estaba pensando recién. Que salga del alma en llamas y que no pase innecesariamente por acueductos y plantas de procesamiento subterráneo. A esto me refiero.
Alabo la imperfección de apodar con la frase perfecta a la ironía más grande, al ahorasí-ahorano del ancho mar de dudas, esas que van, vienen y no tienen pudor de ser.
Todo en calma.
Se llovieron los estandartes ideológicos, tormentosos, oscuros y rebeldes, luego de haberse consumido el fuego en sus mayúsculas. Voy perdiendo el discurso propio, no tanto por la abrumación de epístemes, mas bien por la falta de golpes duros y por la emotividad del nuevo siglo.
La misma emotividad que me aburre seguir describiendo.

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